Los poco habilidosos en la cama
Desde los primeros escarceos
amorosos vamos desplegando un “alfabeto” hecho de gestos, palabras,
sentimientos, caricias, fantasías, movimientos, que tienen como fin acercarnos
a la experiencia de contacto más íntima y placentera. El aprendizaje del
alfabeto erótico se basa en la incorporación de modelos culturales generalmente
basados en pautas heterosexuales clásicas (“el hombre debe tomar la iniciativa”
“mujer pasiva, hombre activo”, “darle prioridad a la penetración”, etc.) para
después transgredirlas y construir su propio estilo de comunicación sexual.
No obstante, quedarse fijado en
el modelo tradicional no es ninguna rareza: hay hombres que no mueven “una
letra” de su rígido alfabeto y mujeres que no reclaman por novedades, es más,
piden que nada cambie. En el extremo opuesto están los buscadores de placer,
hombres y mujeres ansiosos de estímulos originales, un abecedario abundante,
con infinitas combinaciones de prácticas. Y en el medio de ambas polaridades
están los que responden a las pautas clásicas, pero se animan a probar nuevas
sugerencias, a veces con reticencia, pudor o poniendo en duda la efectividad
del diferente despliegue de habilidades.
Los que nunca aprendieron
Existen personalidades que tienen
dificultades para “aprender” las artes de la conquista y del sexo. La poca
motivación sexual los vuelve torpes y con escasas maneras para comunicarse. Su
alfabeto erótico se basa en unas pocas letras que aprendieron del grupo de
amigos, de ver videos “porno” o de alguna indicación brindada por los padres.
El problema no está en los
estímulos del medio, que pueden ser variados o hasta ricos en sugerencias, sino
en la pobre motivación que tienen para instruirse en las lides sexuales. Los
sujetos con rasgos de caracteres solitarios, indiferentes y obsesivos son los
que más dificultades tienen para dar curso a sus deseos.
Viven sin preguntarse demasiado
por sus anhelos, parecen “anestesiados” al placer y la búsqueda de incentivos
de toda índole, no sólo sexuales.
Los que olvidaron lo aprendido
La baja del deseo sexual,
cualquiera sea la causa (aunque una de la más frecuente es el estrés), no sólo
distancia los cuerpos del contacto erótico, además hace perder gradualmente las
destrezas conseguidas hasta el punto de dudar de ellas o de no saber cómo hacer
para recuperarlas.
En las parejas que han dejado de
tener sexo (aunque sea por poco tiempo) se instala la incertidumbre sobre las
capacidades amatorias (“¿cómo hago para acercarme?” “¿y si me rechaza?”, “¿debo
hablar antes o paso directamente a la acción?”, “¿comienzo con un beso?”). La
escasez de contacto actúa como un inhibidor de la conducta de acercamiento y
como un factor amnésico, como si de un día para otro se hubiera borrado todo lo
aprendido.
El rico alfabeto conseguido, con
infinidad de frases dichas y por decir, va perdiendo su capital amatorio. A
diferencia de los analfabetos primarios (aquellos que son desde el origen de su
vida sexual), los analfabetos que aprendieron, disfrutaron y ahora creen que
olvidaron sus destrezas, tienen chances de reaprenderlo.
Decálogo para recuperar el
alfabeto erótico
* No dejar de acercarse.
Caricias, besos, masajes y manifestaciones de ternura vienen bien para
restablecer el deseo de estar juntos.
* El alfabeto sexual se
restablece practicando y con acciones concretas; no pensando.
* Hablar de lo que les pasa. No
dejar que las cosas “las resuelva el tiempo”.
* El contacto no tiene por qué
tener un fin sexual. Cualquier tipo de comunicación es fundamental para
mantener el vínculo sensorial.
* No dejarse vencer por las
inhibiciones o las conjeturas: “me va a rechazar”, “tengo vergüenza”, “no sé
cómo empezar”, etc.
* No pensar que la falta de
encuentro sexual va a ser para siempre. La proyección futura aleja de la
realidad y genera más incertidumbre.
* El “aquí y ahora” ayuda a
objetivar el problema y a darle un encuadre actual. Ayuda a buscar alternativas
para superarlo.
* Afrontar es mejor que evitar.
Es usual que el sentimiento de inhabilidad o torpeza embriague la confianza
personal. Por ende, hay que “pasar a la acción”.
* Romper con los esquemas
preconcebidos y usar variantes de encuentro. Sorprender al otro.
* Desdramatizar el hecho. Usar el
humor ayuda a relajarse.
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