Asexualidad: ¿Trastorno o forma
de ser?
Algunas personas sufren la falta
o disminución del deseo erótico. Buscan otros recursos para sostener la pareja
y el sexo no es una prioridad. ¿Hay que preocuparse?
Desde hace un tiempo a esta parte
viene adquiriendo visibilidad social el movimiento de asexuados o AVEN (Asexual
Visibility and Education Network) con representación en diferentes países.
El concepto de asexualidad se
refiere a la falta o a la disminución de atracción sexual, y la búsqueda de
otros recursos para sostener la relación de pareja. Las personas asexuadas
consideran que no sufren ningún trastorno (deseo sexual hipoactivo o fobias
sexuales). Por el contrario, se sienten saludables y aceptan la disminución del
deseo como una de las diferentes formas de identidad sexual.
La mayoría de los sujetos
asexuados se sienten así desde que empiezan a tener relaciones. Otros han
pasado por un periodo de deseo más alto y luego vuelven a niveles bajos.
Existen asexuados hétero, homo y
bisexuales, en todos los casos se estimulan otras áreas para sostener a la
pareja: romanticismo, comunicación, afinidades, gustos, trabajo, etc. Sin
embargo, se aclara que se pueden autosatisfacer o tener encuentros sexuales,
sólo que no son frecuentes ni son una prioridad en la vida personal o en la
pareja.
Un motivo de sufrimiento
La asexualidad puede aparecer
desde el principio: un sujeto joven (hombre o mujer) se siente diferente al
resto por carecer de interés o atracción sexual. Muchos se aíslan y no
comparten actividades por temor a ser discriminados por no hablar de sexo, o
por no compartir con sus pares experiencias de esa índole. Otros mienten para
ser aceptados.
Cuando se enamoran, dejan que el
otro se dé cuenta de su bajo nivel de excitación o se exponen a relaciones
sexuales para “probarse”. Es muy común que estos adultos jóvenes tengan la
esperanza de que en algún momento el deseo se intensifique. Construyen un
“ideal” inalcanzable, con el consiguiente sufrimiento o extrañeza de sí mismos
por no ser como los demás.
En todos estos casos observamos
cómo las pautas de “normatividad” influyen en la vida de los jóvenes e imponen
su estatuto de normalidad. Esto es sentirse estimulados, seducir, conquistar y
tener relaciones sexuales como consecuencia inevitable.
Descartando causas
Las personas asexuadas no quieren
ser consideradas “enfermas” ni catalogadas con diagnósticos médicos (deseo
sexual hipoactivo o trastorno por aversión al sexo). También rechazan
interpretaciones psicológicas que explican su “problema” como el resultado de
las defensas: la represión, sublimación o desplazamiento del deseo hacia otros
objetivos.
Los asexuados definen la
asexualidad como una de las tantas formas de identidad y son congruentes con su
forma de sentir. Defienden las relaciones vinculares basadas en el romanticismo
sin tener a lo erótico como objetivo prioritario.
No obstante, muchos problemas que
aquejan al deseo son provocados por trastornos médicos (endócrinos, efectos
adversos de fármacos, etc.), así como psicológicos (traumas sexuales, parejas
conflictivas, violencia, poca estimulación, rutina, etc.). Es fundamental el
descarte de estas y otras causas que pueden bajar el deseo.
Reconocerse como asexuados
implica asumir esta condición como un aspecto de la identidad en general y
aceptar que no es una forma rígida, sino que está sujeta a variaciones según el
momento de vida y las relaciones amorosas. Pero el denominador común seguirá
siendo un nivel bajo de atracción y la movilización de otros recursos
amatorios.
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